Alternativas renovables social y ecológicamente sostenibles

En 2020 se puso en marcha la “Comunidad Solar de Barrio Belén” en Valladolid de la mano de la Asociación Vecinal del barrio “24 de Diciembre” y la cooperativa EnergÉtica. Procedencia de la imagen: comunidadessolares.org

No es lo mismo un negocio que un servicio, y más si este es comunitario. Negocio es el despliegue desordenado y especulativo de los macroproyectos renovables en nuestro país y particularmente en nuestra provincia. La finalidad de un negocio no es otra que el lucro privado y rápido. Lo demás es solo adorno y oportunidad.

Servicios comunitarios son la sanidad, la educación, las pensiones o el correo. Cuando a estos servicios se les aplican criterios gerenciales de empresa ya sabemos lo que pasa: No resulta “rentable” mantener médicos en los pueblos pequeños o que el cartero lleve una carta al último pueblo de Sanabria. Lo mismo pasa con la energía eléctrica, un bien tan fundamental como el agua.

Si en lugar del lucro privado fuera el interés comunitario el que guiara el proceso, el despliegue actual de energías renovables debería hacerse con otros criterios, prioridades y propuestas muy alejados de lo que está ocurriendo. Se puede concretar en varias consideraciones:
  • Un descenso energético inevitable. Con las energías renovables no es posible ni deseable mantener el nivel de consumo energético actual, y menos aún el crecimiento económico indefinido. Su escasa tasa de rendimiento energético (TRE), su intermitencia, y la utilización de minerales escasos y de energía fósil en su construcción e instalación impone límites muy considerables.
  • Decrecimiento. El inevitable decrecimiento al que estamos abocados impone apostar por un modelo económico marcado por la reducción y el ahorro energético. Esto será más asumible si la producción y gestión está en manos de la ciudadanía.
  • Alternativas no eléctricas (molinos de agua, etc). Su escasa sofisticación tecnológica las hace realmente sostenibles y perdurables.
  • Planificación previa adecuada. Realizada por técnicos de la administración y sometida a escrutinio público, evitando las zonas de alto valor agrario, ambiental o paisajístico. Una moratoria temporal evitaría los hechos consumados irreparables.
  • Ubicación preferente. Suelo industrial, tejados y carreteras, dando las máximas facilidades a empresas y particulares para su instalación.
  • Normas urbanísticas. Para que estas ubicaciones alternativas tengan éxito, la legislación y las normas urbanísticas locales deben limitar al máximo las trabas existentes.
  • Dimensiones. Frente al enorme impacto de los macroproyectos, las instalaciones de pequeño tamaño disrumpen mucho menos el medio natural y, al poderse conectar a la red de distribución de media tensión, se evita la construcción de líneas de alta tensión y se facilita el consumo descentralizado y de proximidad.
  • Fragmentación de proyectos. Se debe prohibir y perseguir esta táctica tramposa desarrollada para encubrir enormes dimensiones.
  • Garantías de gestión de la chatarra. El inevitable decrecimiento que nos espera obliga a establecer las máximas garantías para la gestión de la retirada o reemplazo de las instalaciones.
  • Autoconsumo individual y comunitario. Las energías renovables son las más propicias para la producción y consumo descentralizado. Por eso se deben potenciar al máximo las comunidades energéticas, dejando el autoconsumo individual como una alternativa de transición.
  • Ayuntamientos. Los proyectos de energía comunitaria municipal son los que están llamados a desarrollar la mejor modalidad comunitaria de producción y consumo. En Zamora ya está dando sus primeros pasos una comunidad en San Vitero.

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