(Cedida por la Plataforma SOS vega y campiña de Toro)
Viñedos y cultivos comienzan a desaparecer bajo plantas fotovoltaicas
Si hay un municipio en Zamora que destaque por su productivo sector primario y una industria ligada a la agroalimentación, con bodegas, queserías, fábricas de embutidos, azucarera…etc, es Toro.
Situado en la fértil vega del Duero, posee el término municipal más extenso y rico de la provincia de Zamora, 324,86 Km2. Es conocida su vocación agraria desde la antigüedad, especialmente en la viticultura y los frutales, que han dado fama a sus “cermeños”, guindas, melocotones y ahora pistachos y otros productos hortícolas. La calidad de sus vinos no se discute, amparados por una Denominación de Origen que ha logrado atraer a más de 60 bodegas a la zona de producción, la mitad de ellas en Toro, y un turismo enológico en auge.
El otro gran valor de Toro es el agua. El Duero y sus afluentes, Guareña y Bajoz, fertilizan su extraordinaria vega constituyendo un ecosistema único con protección LIC (Lugares de Interés Comunitario) integrado en la red Natura 2000. El regadío ocupa grandes extensiones de terreno, y sigue modernizándose con apoyo de la Administración, lo que se traduce en inversiones públicas en los canales de Toro-Zamora y San José, así como en la concentración parcelaria.
De rústico a industrial, sin preguntar
Sin embargo, esa dedicación a la producción abundante de alimentos peligra en la actualidad. Toro ha dado paso a la implantación de parques fotovoltaicos que en poco tiempo competirán por la tierra y cambiarán definitivamente su fisonomía. Donde antes había cultivos y viñedos, aparecen ya instalaciones industriales de energía eléctrica, en terrenos vallados que fragmentan el territorio agrario, impiden el paso de la fauna y condicionan los cultivos, afectados por la presencia de la línea de alta tensión aérea y soterrada. Su contaminación electromagnética podría perjudicar el funcionamiento del riego, la polinización de los frutales y al trabajo cotidiano de los agricultores.
Esa transformación del suelo rústico agropecuario en industrial, propiciada por el Ayuntamiento sin preguntar a los vecinos, y por los propietarios que han vendido sus fincas sin preocuparse de las consecuencias para el entorno, ha llevado a constituir una plataforma ciudadana que denuncia el peligro que corre no solo el futuro de la agricultura, sino también el turismo que se promueve en la ciudad en torno al patrimonio cultural y al vino.
La plataforma coincide con el Procurador del Común que, alarmado por los múltiples proyectos de renovables en tierras de cultivo, propone que se niegue su instalación en terrenos que hayan recibido inversiones públicas en la mejora de regadíos o las concentraciones parcelarias. También las organizaciones agrarias alertan de la pérdida de biodiversidad de la tierra, su aumento de precio y la consiguiente dificultad de acceso de los jóvenes a la agricultura que aboca a la despoblación.
Todos, en definitiva, piden que se regule la implantación de fotovoltaicas en terrenos de cultivo y se proteja su destino agrario. De lo contrario, la destrucción del medio agrario toresano será irreversible.
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