Los pequeños ganaderos en extensivo de Zamora

César Panizo Colino con sus vacas en el prado. Foto: Blas de Paz
En una tarde soleada del mes de enero hemos visitado una explotación de ganadería extensiva en Melgar de Tera, de esa que proporciona una carne respetuosa con el entorno, además de saludable y llena de sabor.

Esta pequeña ganadería extensiva aprovecha casi a diario los bosques de frontera del municipio de Melgar para criar solamente terneros dedicados al consumo en las carnicerías de la zona. Estos animales complementan la dieta de leche de las madres con un aporte de pienso natural hasta alcanzar los 500 kg, que es cuando, tal y como nos cuenta César, el ganadero y propietario de la explotación, “es hora de despacharlos para que no nos arruinen, que no veas como comen los bichos” .

Terminada la ceba, los chotos o jatos son comercializados por un carnicero local del pueblo de Santa Croya. Esta comercialización tan directa cumple con muchas de las recomendaciones de la Comunidad Europea que se recogen en su programa “De la granja a la mesa”. Supone además un importante ahorro energético al tener al productor y al consumidor final en un radio de 20 km. Si de algo se queja César es de los bajos precios de esta carne de ternera. Para él es necesario un buen etiquetado, que, independientemente de la IGP (Indicación Geográfica Protegida), informe al consumidor de su procedencia extensiva o industrial y del tipo de alimentación. Según este ganadero del Tera es la única forma de que el consumidor valore un producto de calidad y pague un precio justo.

Su pequeña explotación, de no más de 65 reses, le proporciona a César unos 45 terneros al año, que según nos confiesa “no dan para hacerse millonario, pero se puede vivir “. Un estilo de vida muy saludable, en contacto con la naturaleza, como hemos podido experimentar acompañándolo esta tarde en uno de esos paseos invernales con sus vacas por un valle con una gran pradera rodeada de robles y muy próximo a sus establos, paseos que según César alterna con otros más lejanos a la llegada de la primavera, cuando sus vacas son pastoreadas en un monte público de más de 15 km2 . Allí las reses también desbrozan el bosque contribuyendo a la prevención de incendios forestales.

Nuestra visita no podía terminar sin saborear una parrillada de carne de ternera blanca, de una ternura y suavidad única y con un sabor excelente. Somos conscientes de que no debemos pasarnos de los 200 g de consumo semanal de carne roja que recomiendan por igual médicos y ecologistas, pero ya compensaremos con otra semana.

Foto: Blas de Paz.
Hemos comprobado con nuestra visita y una pequeña degustación de productos de la zona del Tera y Vidriales, que el programa de la Comunidad Europea “De la granja a la mesa" es posible, y que supone una esperanza para los que piensan en una ganadería respetuosa con el entorno y además rentable.

Blas de Paz. EEAZ

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