Caminos frente a la parálisis y el cinismo


Este segundo año ha habido una más que notable participación en las votaciones de los premios Atila y Aguas de Mayo, destacando de forma significativa que los votos a los Aguas de Mayo hayan sido más del doble que los Atila.

¿Qué nos está diciendo esto? Seguramente tiene mucho que ver con que a los “malos” parece que los conocemos bien, pero otra explicación puede ser que, en estos tiempos de zozobra y negros horizontes, necesitamos más que nunca ejemplos en positivo que nos eviten sumirnos en la parálisis o el cinismo.

Mientras los poderosos Atilas tienen el dinero y el poder como único horizonte, los Aguas de Mayo ponen la vida en el centro y muestran ejemplos de compromiso y encuentro armonioso entre nosotros y con el resto de seres vivos. Nutren nuestra esperanza y nos ayudan a soñar en una sociedad presidida por la sostenibilidad, y en la que nadie se quede para atrás.

Nuestras vidas van a estar condicionadas a partir de ahora por el descenso energético, la desglobalización y la imposibilidad de seguir creciendo como siempre pero con energías renovables. El despliegue de estas energías, cuyo lado oscuro estamos sufriendo en nuestra provincia, nunca podrá sustituir al regalo envenenado de las fósiles.

Lo que tenemos por delante, lo queramos o no, es el DECRECIMIENTO, palabra tabú de la que los medios evitan hablar por todo lo que supone poner fin al crecimiento indefinido en un planeta finito. Y la única alternativa posible es conseguir un decrecimiento ordenado, consensuado y basado en la justicia social.

La lucha contra la pandemia del covid-19, que dos años después sigue teniéndonos contra las cuerdas como civilización, nos ha mostrado tanto los horizontes Aguas de Mayo como los Atila. Los primeros meses nos demostraron que la solidaridad y el apoyo mutuo siguen latiendo bajo la piel de individualismo feroz que nos ha impuesto el neoliberalismo; y que las cosas más importantes, las que determinan nuestra felicidad, no son cosas precisamente. Pero muy pronto aparecieron también los Atilas del cortoplacismo, la descalificación y el enfrentamiento propiciados por una clase política que solo piensa en sus pequeños intereses y en las próximas elecciones.

De todo ello ha nacido ese cansancio y desmovilización social que vemos por doquier. Por eso son tan importantes los Aguas de Mayo, porque nos enseñan lo mejor que podemos sacar de nosotros mismos.

No olvidemos que ya tenemos un año menos en la cuenta atrás que nos marca 2030, la fecha tope que nos indican los científicos para tomar el timón del gran giro en nuestras vidas.


Ángel Encinas

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