Comunidades energéticas locales. La alternativa social y sostenible ante la crisis energética

Así sí. Frente a la invasión de nuestras tierras y paisajes con macroproyectos poligoneros, los tejados de nuestros pueblos y ciudades son la mejor opción para la producción de una energía de consumo local en manos de la ciudadanía.Foto: LOZ

El tránsito a un sistema energético libre de combustibles fósiles se puede hacer pensando en las necesidades ciudadanas presentes y futuras, o bien teniendo como única mira el beneficio privado, máximo e inmediato, sin otra consideración real. Este es el modelo por el que parecen apostar las administraciones, dejando que los especuladores campen a sus anchas y nos inunden la provincia de proyectos desmedidos que, si no lo impedimos, acelerarán el despoblamiento consolidándonos como una neocolonia energética.

Además de enfrentarnos a una emergencia climática, asistimos a los primeros síntomas del descenso energético que viene, con países como China, Austria o Francia llamando a sus ciudadanos para prepararse ante un posible gran apagón. Es el momento pues de avanzar hacia una gestión energética autónoma y justa que ponga las decisiones en manos de las comunidades y de la ciudadanía.

Las ventajas de la energía comunitaria son enormes: refuerza la responsabilidad comunitaria, permite que la gente reduzca su consumo energético, reduce la pobreza energética, revitaliza la economía local facilitando que el dinero se quede en la comunidad, y anima a que surjan nuevos proyectos comunitarios.

Los límites físicos para crear una comunidad energética local son amplios: un radio de 500 metros desde la instalación fotovoltaica productora. Esto quiere decir que en los pueblos pequeños de la provincia pueden formar parte todos los vecinos de una misma comunidad energética, y en las ciudades todo un barrio.

El movimiento por la energía comunitaria ha recibido en los últimos años un fuerte impulso con una legislación europea. Las líneas de ayuda que se han creado con los Fondos Next Generation europeos son un empujón muy importante, del que hablamos en la página siguiente.

Los proyectos de energía comunitaria pueden adoptar diferentes formas: cooperativas, empresas de interés comunitario, organizaciones sin ánimo de lucro, etc, pero son los ayuntamientos y las autoridades municipales el socio ideal.

Los proyectos de energía comunitaria municipal son, en efecto, los que más éxito están teniendo en Europa. Para los gobiernos municipales y regionales, además de crear conciencia, todo son ventajas. Sin embargo, a muchas ciudades y pueblos, particularmente los de nuestra provincia, todavía les cuesta poner en práctica estas ideas por cuenta propia, y se ponen en manos de entidades participadas por bancos y aseguradoras como la AECT Duero-Douro, que les ofrece el proyecto “Autoconsumo Compartido en la Frontera”, en el que han conseguido implicar a numerosos municipios de La Raya de Zamora y Salamanca. Sin embargo, los auténticos proyectos comunitarios son los que surgen desde la propia ciudadanía, sean ayuntamientos, sean comunidades de vecinos o vecinos organizados. Y, de tener un amparo, orientación e impulso, que sea desde las administraciones públicas, sin intermediarios.

En cualquier caso, y para empezar, hay alternativas a las CEL muy recomendables: la producción particular y/o hacerse socio de una cooperativa energética. En CyL, además de otras de dimensión estatal, hay dos cooperativas energéticas con las que podemos contratar nuestra energía renovable: EnergÉtica y Megara Energía.



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