Un turismo honesto y respetuoso con el medio

Vista desde lo alto de Peña Mira, el punto más elevado de la sierra de la Culebra, en la celebración 
de la "Subida a Peña Mira. Por un mundo rural vivo" de agosto de 2018

Los territorios del interior hispano vuelven a interesar. Ya lo hicieron hace años, cuando las empresas creadas para suministrar de energía eléctrica a las zonas industrializadas se apropiaron de los ríos, los embalsaron y se llevaron la energía a otra parte. Ahora, las empresas vuelven y buscan en estas tierras despobladas, pero vivas, otro valor: el suelo, el aire, el sol, los minerales de la tierra, el agua… Llegan y deciden dónde quieren ubicarse, sin preguntar si nos sigue interesando repetir aquel mal negocio.

La competición por los recursos no es nueva, pero hemos aprendido algo: que estos megaproyectos no nos van a dejar riqueza alguna, no lo hicieron antes y no lo harán ahora. Al contrario, necesitamos esos bienes de la naturaleza para autoabastecernos de energía limpia, de agua y alimentos, y para otras actividades. El turismo es una de ellas, especialmente el de la naturaleza, y el turismo rural, ligado a la actividad agraria y ganadera que es y será el sustento de las personas. Esos viajeros sí hallarán sentido real en las experiencias que vivan en los pueblos, en los montes… Aprenderán a conocer las actividades que le permiten alimentarse cada día, sabrán valorar la tierra, el ganado, el ritmo de la naturaleza y la necesidad de respetarla. A eso hoy lo llaman “turismo de experiencias”, yo añadiría “y honesto”.

La provincia de Zamora aún atesora esa vida rural tan necesaria para nuestra economía y nuestra supervivencia: la pandemia puso en evidencia quién alimenta a las ciudades, pero es preciso devolver el valor, la dignidad perdida a ese oficio. El turismo puede ser un modo de visibilizar y diversificar esas economías locales, pero es preciso no desvirtuar al sector primario que lo sostiene, y que las administraciones públicas cercanas se lo crean y destinen recursos y justicia para no permitir que se vuelva a producir la apropiación de esos bienes.

Existen muchas formas de ayudar a respirar de nuevo al mundo rural: apoyando cooperativas y formas de trabajo asociado, promoviendo mercados locales, apostando por la agroecología, la suma de muchos pequeños, por el turismo y la calidad de vida en los pueblos. Solo entonces podremos hablar de desarrollo sostenible sin que se trate de una frase insustancial para llenar espacios publicitarios.

Concha San Francisco
Ecologistas en Acción de Zamora

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