Niños y jóvenes, los más expuestos a la manipulación

Un grupo de alumnos y alumnas de Navalmoral de la Mata en una de las visitas guiadas celebradas en la biblioteca municipal. Las organizó la Federación de AMPAS de la localidad, un ejemplo de dinamismo y participación de los padres.


Si en el número anterior de SOS denunciamos la escasa presencia en la enseñanza obligatoria de una educación ecológica, otra de las grandes y llamativas ausencias es la alfabetización mediática e informacional (EMI) que demanda una ciudadanía que vive en y para las pantallas utilizando el lenguaje audiovisual. Tiene que movernos a la reflexión el que, siendo las pantallas las que ocupan la mayor parte del tiempo de nuestros adolescentes, bastante más que la familia, la escuela o los amigos, el estudio de los medios y del lenguaje audiovisual esté prácticamente ausente de lo que se enseña en las aulas. 

Frente a la lectoescritura, un difícil aprendizaje en el que empleamos como mínimo un año de nuestras vidas infantiles, el código del lenguaje audiovisual se aprende por simple contacto, pero de forma intuitiva, automatizada. Carentes de una alfabetización mediática mínima, la mayoría de nosotros no termina de asumir que las imágenes, su encuadre, su escala, el ángulo en el que se toman, su montaje y la mezcla con diálogos, sonidos y música, son una re-creación de la realidad, no la realidad misma. Ocurre que las imágenes de las pantallas se parecen tanto a la realidad, que al leerlas de forma automatizada, no consciente, es muy fácil que las confundamos con ella, y veamos las pantallas como ventanas. El camino a la manipulación está entonces expedito para los que dominan el código y saben lo que quieren, tanto sean creadores de noticias o de publicidad. 

¿Y por qué esto no se estudia en la escuela?

La respuesta no es sencilla a primera vista. Solo se encuentra cuando nos preguntamos por el origen y la finalidad de la escuela. Todos tendemos a pensarla como un medio de formar ciudadanos críticos, activos y responsables, que también es eso, pero nos olvidamos de la finalidad que le dio el sistema: formar trabajadores y empleados disciplinados que supieran leer y escribir para poderlos insertar en un mercado laboral cada vez más complejo. 

Como aprender el código audiovisual es suficiente con el mero contacto, no interesa que la escuela se dedique a una alfabetización audiovisual que visibilice los códigos y saque a la luz los entramados manipulativos de la realidad que propicia. No es en absoluto funcional para el sistema, pues solo sirve para formar ciudadanos menos manipulables, más críticos, más libres, más ciudadanos,... Y eso, claro, no interesa.

Los que más pierden son los de siempre, los más manipulables: los niños y los adolescentes.


Ángel Encinas

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