Conocer para sentir menos miedo


Tenemos poco tiempo y mucho qué hacer. Lo dicen todos los manuales, libros de divulgación, estudios sobre el cambio climático: los sucesivos impactos del calentamiento global llegan cada vez más a menudo, y sus efectos tienen mayor poder destructor en nuestros territorios, en todo el planeta, también en nuestras vidas.

No hay ni un solo aspecto de esa vida que no esté concernido por el cambio climático. Como afirma el filósofo y escritor Wendell Berry, en su libro El fuego del fin del mundo, “hemos desembocado en una crisis ecológica a causa de nuestra connivencia con una economía en la que comer, beber, trabajar, descansar, viajar y disfrutar de la vida contribuyen a la destrucción del mundo natural”.

Pocos dudan ya del riesgo que se avecina. La última pandemia tan dura, tan cercana, ha ido abriendo camino en ese despertar de la conciencia colectiva: entramos en una nueva etapa de la humanidad donde la crisis marca nuestra senda.

Sin embargo, la dificultad reside precisamente en comprender el alcance real de esta afirmación, en sabernos atrapados en nuestra gran contradicción de vivir destruyendo aquello que nos sustenta. Y como a esta aberración hemos llegado los seres humanos en tiempos de tan alto poder tecnológico, aún no acabamos de creérnoslo. Seguimos convencidos de que en cualquier momento podremos revertir la situación con alguna nueva invención de la ciencia. 

Pero es absurdo pretender un cambio milagroso para que todo siga igual. Lo más honesto sería comenzar esta vez el camino de forma diferente, reconociendo primero nuestra enorme ignorancia, que nos impide ver la dimensión de lo que ocurre, aunque haya mucho dinero en juego para cegarnos. Y abandonar después esa posición arrogante respecto a lo que nos ampara y alimenta: la tierra, la naturaleza a la que tratamos como una mera reserva de materias primas, para usar sin cuidar.

Ni la ignorancia ni la arrogancia se superan sólo haciendo uso del conocimiento, especialmente cuando parte de él se pone al servicio del poder. Pero es imprescindible conocer dónde están las trampas, aprender a ver de qué modo nos conducen al desastre y actuar según nuestra escala, nuestra medida. Cuanto antes lo asumamos juntos, antes podremos rebajar el miedo a la incertidumbre que sentimos. 


Concha San Francisco

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