Huerto ecológico del colegio público de Venialbo. DZ/LOZ
Si queremos superar situaciones como las que denuncia Silmiya en la columna de al lado, los padres y profesores no se pueden quedar de brazos cruzados. La queja y la denuncia en cada situación son siempre necesarias, pero solo como punto de partida. El siguiente paso es implicarse en el cambio, y para eso unos y otros tienen en sus manos dos importantes medios: las AMPAS y el Consejo Escolar.
El huerto escolar puede ser un magnífico punto de partida para darle la vuelta a esas prácticas deseducadoras de nuestros comedores escolares. Con los niños y adolescentes ayudando a crecer alimentos sanos, sin pesticidas ni abonos industriales, podemos asistir a pequeñas revoluciones en su práctica personal y en las de sus familias.
El huerto escolar es, en efecto, un potente recurso educativo que ofrece infinidad de situaciones de aprendizaje: promueve la conciencia ambiental; ayuda a entender la agricultura ecológica como la forma “natural” y sostenible de obtener alimentos; fomenta el consumo de verduras y frutas ecológicas, locales y de temporada; promueve el uso responsable de los recursos naturales; fomenta el trabajo cooperativo; propicia la participación directa de las familias; desarrolla valores como la paciencia, la responsabilidad y la autonomía.
El huerto escolar permite también abordar el currículo escolar de manera práctica, real y vivencial: valorar la importancia del suelo y del uso de abono naturales respetuosos con el medioambiente; conocer semillas, plantas y productos autóctonos; diferenciar insectos y valorar sus beneficios; aplicar el método científico en la experimentación con semillas, métodos de siembra y cultivo; conocer sistemas para el ahorro del agua en los riegos.
Las escuelas rurales parten en esto con cierta ventaja, al disponer de más terreno y conocimientos prácticos de las familias. No obstante, las escuelas urbanas disponen de muchas alternativas para montar un huerto en un espacio reducido. Es cuestión de aplicar con creatividad experiencias de otros centros. Tienen a su favor, eso sí, la ventaja de lo novedoso para niños y adolescentes que nunca han pisado un huerto.
Todo esto no es una novedad para muchos centros de primaria y secundaria de Zamora y su provincia. De hecho, la Diputación Provincial y la JCyL vienen desarrollando desde 2002 un programa de apoyo a estas iniciativas, que ha llegado a una media de 12 colegios cada año y alrededor de 3000 niños de la provincia. Además del huerto, incluye unidades didácticas sobre alimentación ecológica, sus requisitos y beneficios, con actividades como la elaboración de recetas y hasta desayuno y menú ecológico en algunos centros.
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