Menos población, más coches: algo va mal en el espacio rural

Estación de autobuses de Zamora. Procedencia: Wikipedia
La movilidad en las zonas rurales es una cuestión de la que pocas veces se habla y, sin embargo, constituye un problema quizá aún más acuciante que el de la movilidad en los centros urbanos. Estadísticamente el uso del vehículo privado en los pueblos es mayor que en las ciudades. Debido a la baja densidad demográfica y a la dispersión de los núcleos de población, los servicios –centros de salud, farmacia, guarderías, colegios e institutos, servicios bancarios, comercios, servicios culturales y de ocio, etc. – suelen concentrarse en las capitales de comarca y esto obliga a los habitantes de los pueblos a tener que utilizar el coche casi a diario ante la inexistencia de un transporte público adecuado.

Por otro lado, los pueblos y en particular las capitales de comarca, que son las que reciben un mayor número de vehículos privados, carecen en su mayoría de un planteamiento urbanístico y circulatorio adecuado. Los coches ocupan las plazas, aparcan en calles no habilitadas para ello, encima de las aceras –cuando las hay– o alegremente en doble fila, restringiendo el uso público de calles y plazas como lugar de paseo, encuentro o juego. 

Así mismo, el envejecimiento poblacional en el ámbito rural supone también un agravamiento de los problemas de movilidad, dado que las necesidades de las personas mayores difieren en gran medida de las del resto de la población y, por lo tanto, exigen soluciones pensadas expresamente para ellas.

Existen distintas propuestas encaminadas a conseguir una movilidad sostenible en el ámbito rural como, por ejemplo, el transporte a la demanda organizado por la administración local o el car-pooling o car-sharing es decir el compartir vehículo, bien de forma informal o a través de una aplicación. 

Tal como se afirma en el informe elaborado por Move on Green, proyecto cofinanciado por el Fondo Europeo de Desarrollo y el Programa Interreg, la movilidad no solo garantiza la igualdad de oportunidades económicas y sociales para todos, sino también su inclusión social y acceso a otros elementos de la calidad de vida. La movilidad sostenible además aspira a proteger, preservar y mejorar el entorno.

Cristina Zelich
EEAZ

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