Pesticidas directos a tus hormonas

La fumigación de cultivos con pesticidas puede afectar al medio ambiente y la salud de las personas,
particularmente a su sistema hormonal. Foto CC0 de Pixabay


Retengan, por favor, este dato: en 2017, según los últimos datos publicados por Eurostat, el Estado español era ya el mayor consumidor de pesticidas de Europa, con un consumo de 71.987 toneladas de plaguicidas.

Es probable que volvamos a ocupar este primer puesto cuando Eurostat publique un nuevo informe este otoño y nos revalide en este negro liderazgo. 

Las miles de toneladas de plaguicidas que se fumigan cada año sobre cosechas, espacios públicos, jardines o arcenes, exponen a agricultoras y agricultores, sus familias y ciudadanía en general a sustancias tóxicas que contaminan el suelo, el agua, el aire, la flora y fauna silvestre. Pero además, residuos invisibles de pesticidas quedan en los alimentos, llegando directamente a los consumidores.

Este es el tercer año que Ecologistas en Acción publica el informe ‘Directo a tus hormonas’ con el objetivo de visibilizar la exposición de la población española a pesticidas a través de los alimentos. El estudio se centra en los plaguicidas contaminantes hormonales y analiza los últimos datos oficiales disponibles sobre la presencia de plaguicidas en alimentos correspondientes al año 2018.

El término contaminante hormonal o disruptor endocrino (EDC, por sus siglas en inglés) define un conjunto diverso y heterogéneo de compuestos químicos exógenos, capaces de alterar la síntesis, liberación, transporte, metabolismo, enlace, acción o eliminación de las hormonas naturales del organismo.


Una legislación muy laxa

Hasta abril de 2018 la Unión Europea carecía de criterios científicos para identificar legalmente a un plaguicida como disruptor endocrino, lo cual ha provocado que la prohibición del uso de plaguicidas capaces de alterar el sistema endocrino se haya aplicado de forma muy liviana. A esto se le suman varios factores que inciden en la débil regulación de estas sustancias. El principal es el poder de los lobbies de la industria química y de los pesticidas, 

Esta regulación de 2018 establece un nivel de prueba tan elevado para identificar una sustancia como disruptora endocrina, que muy pocas sustancias van a ser prohibidas. El principio de precaución no se tiene en cuenta, y solo seis plaguicidas han sido identificados como tales. Aún así, cuatro de ellos siguen estando autorizados. 

Está además la cantidad máxima permitida de residuos de cada plaguicida en alimentos y piensos, que vigilan las autoridades sanitarias. Sin embargo, según este informe de Ecologistas en Acción, los límites legales de residuos establecidos no protegen la salud de la población frente a los plaguicidas con capacidad de alterar el sistema hormonal. Y es posible que tampoco protejan a la población de los riesgos para la salud de los plaguicidas con otras características tóxicas. 


Portada del Informe. Se puede descargar en esta página de la web de EEA



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