

Si pasó con las mascarillas, puede pasar con todos los alimentos que importamos,
¿Quién se puede imaginar que detrás de una imagen tan tradicional como la de las pipas de girasol La Praviana,
están grandes extensiones de producción de girasol de EE.UU?
Afortunadamente cada vez vemos en los pasillos a más personas con un paquete a escasos centímetros de su cara para escrutar esas informaciones que la ley obliga a poner a los fabricantes, y que estos tratan de escamotear al máximo. Son estos ciudadanos los que están haciendo política con un consumo consciente. No se fían y aciertan.
Las grandes distribuidoras de alimentos nos conocen bien, casi mejor que nosotros mismos, y recurren a todo tipo de trucos para disuadirnos del empeño. Además del infame tamaño de la letra, les resulta muy eficaz recurrir a trucos y trampas con las que tranquilizarnos o confundirnos:”espárragos cojonudos”, “lentejas pardinas”, “naranjas variedad valenciana”, etc.
Tú vas a Fuentesaúco y tratas de comprar allí garbanzos del lugar, y los encuentras, pero luego el del restaurante te dice que sí, que vete tú a saber, que solo pone la mano en el fuego por sus garbanzos, que son auténticos de Fuentesaúco porque un hermano suyo los cultiva para él y la familia. La razón de esta sinrazón es que los pequeños agricultores que los producían, o no encuentran quien se los distribuya, o no les resulta en absoluto rentable competir con los precios a la baja que les imponen las grandes distribuidoras.
¿Por qué hemos llegado hasta aquí?. La respuesta es aparentemente sencilla: por la globalización, ese fenómeno que provocó que en las primeras semanas de la emergencia sanitaria el acceso a algo tan simple como unas mascarillas quirúrgicas se convirtiera en una cuestión de Estado.
Si pasó con las mascarillas y los respiradores, ¿no puede pasarnos lo mismo con la comida que nos llevamos a casa todos los días? Piénselo un momento, por favor, y acuérdese del papel higiénico cuando estalló la emergencia sanitaria.
Apostar por la proximidad es hacerlo por el acceso seguro y sostenible a los alimentos y por la defensa de puestos de trabajo, todo un acto político de una ciudadanía consciente.
Ángel Encinas Carazo.
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