La agricultura intensiva, el uso de herbicidas, la caza o proyectos de minería son algunos de los problemas
La biodiversidad incluye a todos los seres vivos del planeta, sus ecosistemas y las relaciones que se establecen entre sí. La capacidad de transformación liderada por la especie humana provoca múltiples problemas ambientales en nuestra provincia, algunos de los cuales resumimos a continuación.
Aunque la agricultura es una actividad arraigada históricamente, el modelo intensivo que domina en las comarcas de Benavente, Tierra de Campos-Pan, Toro y en la Guareña, ha conseguido simplificar, en las dos últimas décadas, la biodiversidad de estos ecosistemas. El masivo uso de herbicidas y plaguicidas, que promueve la productividad y no es compatible con la vegetación natural y con los polinizadores, está teniendo unos efectos catastróficos. Sobre la rica avifauna que hasta hace años llenaba de color y reclamos estos medios, los agroquímicos y la eliminación de lindes y bosquetes han generado el declive de perdices, alcaravanes, alondras, ortegas, sisones y aguiluchos cenizos. Todas ellas son ya rara avis en muchos de estos rincones provinciales dedicados a la producción intensiva de cereal.
El desarrollo de la actividad cinegética también genera numerosas amenazas en nuestra biodiversidad. Se siguen haciendo perchas con centenares de tórtolas y de codornices, aves cada vez más amenazadas y cuya caza debería estar prohibida. Los hospitales de fauna reciben ingresos de no pocas especies protegidas con disparos de desaprensivos. A pesar de ser una especie protegida (Convenio de Berna y Directiva de Hábitats), la caza de nuestra especie más genuina, el lobo, se realiza en muchos cotos sin más argumentos que su presencia, incluso sin que haya daños recurrentes. Y en el epicentro del turismo lobero de toda Europa occidental, la administración regional sigue permitiendo su caza, una manifestación impopular y del todo incongruente con el desarrollo rural de este sector.
Una gestión alejada de las Directivas europeas
La conservación de los valores naturales incluidos en la Red Natura 2000 no es eficaz, y de hecho, en zonas como el ZEC Sierra de la Culebra, la Junta de Castilla y León sigue autorizando las concentraciones parcelarias y la transformación de hábitats de interés comunitario como los brezales secos, donde permite las plantaciones de pinares. Se vulneran así las políticas europeas y se simplifica su biodiversidad. Proyectos demoledores con el territorio e incompatibles con la preservación de nuestra naturaleza, como la mina de Vaitreixal, amenazan zonas protegidas y de alto valor ecológico ubicadas al norte de Calabor.
La fragmentación del hábitat y el desinterés de las administraciones para facilitar la comunicación de los grandes mamíferos en el noroeste son evidentes. Los pasos de fauna de la autovía A-52 están obsoletos desde hace años y manifiestan un claro pasotismo por la necesaria conectividad de ciervos, corzos, jabalíes, lobos...etc.
En definitiva, la gestión de la biodiversidad zamorana se aleja de la obligatoriedad marcada por las Directivas europeas y recomendaciones científicas, influenciada por decisiones sometidas por las presiones de determinados lobbies votantes. De nada sirven etiquetas como “Reserva de la Biosfera Meseta Ibérica” si no se protegen sus valores.
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