Bicicletada y corazonada del 5 de junio




BICICLETADA Y CORAZONADA DEL 5J 
EN LA PLAZA MAYOR DE ZAMORA

COMUNICADO LEÍDO AL FINAL DEL ACTO

        


Hoy es un día grande, el Día Mundial del Medio Ambiente, que se celebra todos los años el 5 de junio. Es un día que debería ser la fiesta más importante de los humanos como especie y como civilización, porque sin la madre que nos nutre, la Pacha Mama, Gaia o la Mama tierra, como queráis llamarla, no podríamos existir, por mucho que se empeñe la soberbia de los que creen que podemos liberarnos de ella, ahora que está pasando sus peores momentos por la intrusión de los humanos en todos sus confines. 

Estamos aquí, a esta última hora de la tarde, mientras hacen lo mismo otros colectivos y plataformas del Estado. Habéis respondido a la llamada de la Plataforma por la Emergencia Climática de Zamora porque entendéis con nosotros que era ya muy necesaria una vuelta a la calle para retomar cuanto antes las urgencias que nos preocupan. 

Habéis demostrado con vuestro comportamiento que es posible estar donde estamos, aquí, reclamando con la esperanza de nuestros corazones verdes mientras respetamos con la máxima responsabilidad las precauciones que nos imponen a todas y todos estas semanas y meses de emergencia sanitaria. 

Hemos unido a esta convocatoria las reclamaciones del Día Mundial de la Bicicleta, que se celebró hace un par de días. Por eso están con nosotras en esta concentración la Unión Ciclista de Zamora reclamando una ciudad sostenible, en la que los peatones y bicicletas ocupen y compartan las calles. 

Todos nosotros estamos aquí, hemos vuelto a la calle, porque creemos que ninguna de las crisis que tenemos encima además de la sanitaria, son igual de terribles y urgentes, y nos acompañarán en los meses y años venideros.

La crisis sanitaria y económica ha evidenciado la vulnerabilidad de un sistema económico globalizado, la fragilidad de las cadenas de producción en situaciones de estrés y las dificultades para generar respuestas a corto plazo en un sistema guiado únicamente por el beneficio económico, cuyas consecuencias son, entre otras, el incremento de la desigualdad y la precarización.

El deterioro acumulado de los servicios públicos, entre ellos el sistema público de salud, ha entorpecido la compleja respuesta a la crisis sanitaria, demostrando que los recortes matan. 

El confinamiento ha provocado pérdidas de empleo, ERTEs y situaciones de riesgo económico para buena parte de la población. Esta situación solo va a agravarse en las próximas semanas y meses, cuando la crisis económica golpee de lleno, según todos los pronósticos. 

Para evitar nuevas catástrofes, la ciencia indica que es necesario reducir las emisiones de carbono en un 7,6% anual. Un reto enorme que solo puede realizarse mediante una sociedad comprometida y unas políticas públicas audaces. 

Durante estos dos meses de confinamiento se han reproducido diferentes iniciativas de apoyo mutuo y solidaridad para que nadie caiga. También han surgido iniciativas de activismo digital. Las respuestas ciudadanas muestran que no es cierto que no exista capacidad de maniobra para revertir situaciones de pobreza e injusticia social y poner en marcha mecanismos mucho más efectivos para afrontar las crisis de hoy. 

La salida a la crisis sanitaria y económica debe aprender de los errores pasados, como la crisis financiera e inmobiliaria de 2008. Se están produciendo rescates económicos a las empresas contaminantes y las actividades económicas insostenibles, sin garantizar que redunden en las personas trabajadoras ni exigir planes urgentes de reconversión. 

No se están sentando las bases de una salida social y ambientalmente justa de la crisis. La COVID–19 está golpeando amplias capas de la población y agravando la situación de hambre en muchas zonas del mundo, por lo que es imprescindible seguir tejiendo una extensa red de alimentación local que asegure alimentos sanos y accesibles. La justicia alimentaria debe ser uno de los pilares fundamentales. Sin embargo, la apuesta por parte de algunos sectores, incluida la extrema derecha, es retrasar las medidas urgentes para afrontar la crisis ecológica, ahondando en el incremento de la precarización de la sociedad y la destrucción de los ecosistemas.

El momento de actuar es ahora. La industria fósil, el sector de la automoción y la aviación, la industria química o la construcción insostenible y especulativa están abogando por una desregulación ambiental y ayudas económicas. No se puede volver a la antigua normalidad porque ese era el problema. La salida a la crisis debe apoyarse en los sectores y actividades de cuidados, servicios públicos y cultura, y apostar por la transición ecológica en todas sus vertientes: agricultura ecológica, ahorro y eficiencia energética, renovables, reducción de residuos y economía circular. Al mismo tiempo, debe ser una transición justa, en lo laboral, lo económico, lo social y también en el respeto al resto de seres vivos con los que compartimos el planeta.

Salir de esta crisis con responsabilidad implica reconstruir la economía poniendo la vida en el centro. Los cuidados deben ser asumidos como parte de la actividad social y no asignados a la esfera privada y a las mujeres, avanzar en una transición a sistemas agroalimentarios agroecológicos para garantizar el derecho humano a la alimentación con seguridad y, con ello, la soberanía alimentaria. Hay que rescatar de la crisis a las personas, no a privatizadores, explotadores, maltratadores y contaminadores. En definitiva, hay que llevar a cabo una transición con justicia social y ambiental.

Por su parte, las ciudades deben ser rescatadas de la tiranía contaminante de los coches, que ocupan la mayor parte de sus calles, y ser devueltas a los peatones y medios de transporte no contaminantes como las bicicletas. Los cambios drásticos que necesitamos pasan también por planes de movilidad audaces que nos devuelvan ciudades saludables y sostenibles. 

Gracias a todas y todos por venir, en especial a estos niños por cuyo futuro estamos luchando. En menos de una década nos preguntarán por lo que hemos hecho estos años decisivos.

Necesitamos muchos corazones verdes, mucha esperanza activa, mucha pasión y generosidad, mucha unidad y entrega para ayudar a esta sociedad a echar el freno y cambiar el rumbo.

Nos seguimos viendo en las redes y aquí, en las calles.

Gracias a todas y todos.

Zamora, a 5 de junio de 2020

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