PASTANDO CON LOBOS, UNA EXPLOTACIÓN EJEMPLAR

Rosa González con el rebaño y rodeada de algunos de sus perros.

Si Zamora es una tierra de lobos, el cuadrante noroccidental representa su zona de referencia. Cuando en Iberia los lobos tocaron fondo desde un punto de vista demográfico, las cuatro comarcas del noroeste -Sanabria, La Carballeda, Aliste y la Tierra de Tábara- albergaron ejemplares. No resultó fácil para ellos, habían ido desapareciendo progresivamente debido a la caza y simplificación del hábitat, que extinguió cabras montesas, venados y jabalíes y los corzos eran muy escasos. Durante gran parte del siglo XX, los lobos aguantaron alimentándose de un recurso abundante, que generaba competencia con los humanos: la gran cabaña ganadera, fuente incalculable de carnaza que, con frecuencia, quedaba en el campo. Además, los lobos también acechaban a los ganados una y otra vez para atrapar una oveja o una chiva. 

Para evitar la depredación del lobo, no faltaron decenas de recursos que hicieron posible lo que, con el tiempo, se ha llamado en el argot conservacionista “coexistencia”. Los propietarios del ganado acompañaban al “ganao” (hato de ovejas) o la cabriada (de caprino) y pastoreaban por turnos proporcionales al número de cabezas que cada uno aportaba al rebaño comunal, y siempre había gente con el ganado. Los rebaños también estaban custodiados por mastines o, en su defecto, perros con brío que de forma innata y defendiendo su territorio conseguían alejar al lobo una y otra vez. Por las tardes y noches, durante el verano, las reses se encerraban en el cancillar, en pariciones o corralizas. Durante las noches de invierno, muchos pueblos recogían los animales en cuadras o corrales.

Una granja donde prima el bienestar animal
Alberto Fernández con sus ovejas
La situación descrita puede parecer propia del pasado, pero nada más lejos de la realidad. Sanabria alberga explotaciones ganaderas modernas y ejemplares, como “Pastando con lobos”, dirigida por Rosa González y Alberto Fernández en Santa Colomba. En esta granja familiar prima el bienestar animal y además, están comprometidos con la coexistencia con los depredadores. Lo demuestran los 15 mastines que custodian 1200 ovejas y los resultados: no tienen ataques de los lobos. Este negocio familiar, favorece la fijación de la mujer en el medio rural y produce unos productos de altísima calidad, criados con alimentación natural: cordero lechal, que por cierto ya se puede comprar sin intermediarios en la Carnicería el Ruso, en el Puente de Sanabria.

Desde Ecologistas en Acción contribuimos con este texto, a visibilizar y poner en valor un modelo de desarrollo sostenible ¡Bravo por Rosa y bravo por Alberto! Los consumidores, y más en los tiempos que corren, deben apostar por estos productos. Sus ventajas son insuperables. Y son de la tierra. “Pastando con lobos”.

EEA Zamora

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