La agricultura industrial es la responsable de entre el 14% y 30% de las emisiones globales. Imagen Pixabay
El año 2008, además de ser el año del inicio de la crisis, vio un espectacular aumento del precio del petróleo al que siguió una subida casi paralela del precio de los alimentos. Y es que agricultura industrial y petróleo forman un dúo inseparable.
Todo lo que rodea a la agricultura industrial está impregnado de petróleo. Desde las semillas “fabricadas” y traídas desde lugares desconocidos, hasta los herbicidas y pesticidas, sintetizados a partir de hidrocarburos, pasando por los abonos químicos. Para fabricar un 1 Kg de fosfato se necesita medio litro de diésel y para sintetizar un 1 Kg de abono nitrogenado se precisan 2 litros. Sin contar el petróleo que se necesita para trasladar estos insumos desde el punto de fabricación hasta el punto de aplicación, resulta sorprendente ver la estrecha relación que la agricultura industrial mantiene con los combustibles fósiles. De este modo, no extraña que la agricultura industrial sea la responsable de entre el 14% y 30% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. En lugar de contribuir a proveer de aire limpio, la agricultura industrial lo contamina.
Esta estrecha relación representa también un riesgo sobrecogedor, pues los costes para el agricultor dependen de la evolución del precio del petróleo. Sin embargo, los precios a los que vende, no puede decidirlos él, pues se encuentra atrapado en un círculo de inversión-rendimiento del que no puede salir, salvo asumiendo las consecuencias.
En el año 2010, la Agencia Internacional de la Energía, en su informe anual, reconocía que el pico de producción de petróleos convencionales se alcanzó en 2006. ¿Qué ocurrirá con la agricultura industrial cuando este combustible empiece a escasear?
En definitiva, la agricultura industrial ha llegado a sus límites porque atenta contra todo aquello que es imprescindible para la vida humana. En palabras de Yayo Herrero, tierra fértil, agua limpia y aire limpio.
La cacareada ingeniería genética y los transgénicos solo buscan perpetuar este modelo que ha convertido al agricultor “moderno” en un simple operario que tiene que arriesgar todos los años su capital en la compra de productos con los que esteriliza su tierra, para obtener un cultivo cuyo precio no decide.
José Antonio Alonso. EEAZ
¿Hay alternativas en la agricultura para una
Zamora sostenible?. Las hay y muchas.
Zamora sostenible?. Las hay y muchas.
Basta con preguntar a los agricultores mayores
de nuestros pueblos.
de nuestros pueblos.
Dedicaremos a ello un
próximo monográfico con experiencias zamoranas.
próximo monográfico con experiencias zamoranas.
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